“Jesús dice: El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.
VIDEO PARÁBOLA ROCA Y ARENA 1
VIDEO PARÁBOLA ROCA Y ARENA 1
VIDEO PARÁBOLA ROCA Y ARENA 2
Reflexión
Quien las escucha y las pone en práctica es comparable a un hombre relfexivo que, queriendo construir una casa, eligió un lugar rocoso. Sin duda le costó construir los cimientos. Tuvo que trabajar a base de pico y cincel, hacerse callos en las manos, cansar sus espaldas. Pero luego pudo colar su argamasa en los huecos abiertos en la roca, y meter en ellos los ladrillos bien apretados, como en muralla de baluarte, y así la casa se fue alzando sólida como un monte. Vinieron las inclemencias del tiempo, los turbiones; las lluvias desbordaron los ríos, silbaron los vientos, azotaron las olas...y la casa resistió todo. Así es el hombre que tiene una fe bien cimentada. Sin embargo, quien escucha con superficialidad y no se esfuerza en grabar en su corazón sus palabras - porque sabe que para hacerlo debería esforzarse, padecer dolor, extirpar demasiadas cosas - es semejante a aquel hombre que por pereza y necedad edifica su casa sobre la arena. En cuanto llegan las inclemencias, la casa, pronto construida, cae pronto, y el necio se queda mirando, desolado, sus ruinas y la quiebra de su capital. Pues has que tener en cuenta que en nuestro caso es peor que un derrumbamiento - que se podría, no sin gastos y esfuerzos, reparar todavía -; en este caso, una vez derrumbado el edificio mal construido de un espíritu, nada queda para volver a edificarloReflexión
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