viernes, 17 de marzo de 2017

ACTITUDES PARA VIVIR LA CUARESMA


MISERICORDIA

La misericordia es la disposición a
compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación. En el cristianismo es uno de los principales atributos divinos. La misericordia es también un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles o aliviarles; en determinadas ocasiones, es la virtud que impulsa a ser benévolo en el juicio o castigo. Su etimología, del latín misere significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.
Según la Biblia, los que desean disfrutar de la misericordia de Dios deben buscarle con una buena predisposición de corazón y abandonando sus malos caminos y pensamientos perjudiciales Otro factor imprescindible es que ellos mismos deben ser misericordiosos. Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia”
Esta misericordia se podía expresar por medio de una contribución material. Pero para que Dios la considere de valor, debe haber un buen motivo, no ser simplemente un ‘altruismo interesado’.   Por lo tanto, la verdadera misericordia debe brotar del corazón.
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales   Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos  Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres  es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios  


FE
La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, divinidasd, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad, producto en algún grado de una promesa.
La fe en el cristianismo se basa en la obra y enseñanzas de Jesús de Nazaret
La fe es una gracia, un don de Dios; para dar respuesta a la fe es necesaria la gracia de Dios que ayuda y se adelanta a las personas y mueve sus corazones para dirigirlos a El. Sin embargo, creer es un acto auténticamente humano, que no es contrario a la inteligencia ni a la libertad del hombre.
Ninguna persona está obligada a abrazar la fe católica en contra de su voluntad. La persona, si se decide a creer debe responder a Dios voluntariamente. El acto de fe es voluntario por propia naturaleza. Cuando una persona se siente llamada por Dios a servirle, queda vinculada por su conciencia, pero no coaccionada. El propio Jesucristo invitó a sus coetáneos a la fe y a la conversión pero no forzó a nadie a seguirle.
Según la Iglesia Católica, para obtener la salvación es necesario creer en Cristo y en Quien le envió ya que sin la fe no se puede agradar a Dios. De la misma forma que la fe es un don gratuito que hace Dios a cada persona, al ser voluntario el acto de fe, también puede perderse voluntariamente Si se tiene fe, para perseverar en ella, según la Iglesia Católica, debe alimentarse con la palabra de Dios y sostenida por la esperanza.



PERDÓN
El perdón es la acción por la que una persona perdona a otro una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo,  optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas.
. El perdón no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco perdona quien deja de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para el perdonado, pero también sirve al perdonante (que también está interesado en ver recompuestas total o parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones cumple al perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues contribuye a la paz y cohesión sociales y evita venganzas, motivo por el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.
Aunque el ofendido es libre de perdonar o no, y el perdón es por tanto un acto que  no puede ser exigido, de hecho aumentan para el ofensor las posibilidades de ser perdonado:
- cuando el ofensor explicita su pesar o arrepentimiento,
- cuando ha solicitado el perdón, sobre todo si se lo hace públicamente,
- cuanto menos grave fuera la ofensa,
- cuando se ha compensado al ofendido por el daño,
- cuanto más importante sea su relación con el ofensor,
- cuando el ofensor manifiesta su ánimo de enmienda,
- cuando el ofendido considera el acto de perdonar como una obligación moral o religiosa.

ORACIÓN

“La oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo”, dice el Catecismo. “La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”, señala San Agustín. Y santa Teresa, la santa contemplativa, dijo que “no es otra sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.
Con frecuencia hacemos oración o nos dirigimos a Dios cuando tenemos un problema tan grave que no encontramos la manera de resolverlo solos. También nos acordamos de Dios cuando queremos algo, en ocasiones muy poco nos acordamos de Él para alabarlo por las maravillas que hace todos los días. Es necesario poner a Dios primero en nuestra oración, porque Él nos lo da todo y es infinitamente generoso. Si le damos las gracias al que nos ha servido un café en un restaurante, ¿No tenemos acaso una obligación infinitamente más grande con el Sumo Creador, que nos da vida, la luz del sol, el aire que respiramos y que lo ha hecho sin tener ninguna obligación? Nuestra oración debe comenzar por Él y no por nosotros.
Ahora bien, es perfectamente válido pedirle a Dios lo que necesitamos, Jesucristo nos ha enseñado a hacerlo y a tenerle confianza y solicitarle lo que nos hace falta: “Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Una buena idea es comenzar la oración a Dios alabándole, glorificándole y dándole gracias por todo lo que nos da cada día. En eso comenzamos a cumplir el primer Mandamiento, pero si de inmediato nos ponemos a pedir cosas para nosotros, estamos dejando la caridad a un lado y no estamos cumpliendo bien el mandamiento de “amar al prójimo como a uno mismo”.
CONSUELO
 Dios nos consuela en toda nuestra tribulación”   Con estas palabras, la Biblia asegura que Dios puede ayudarnos a todos y que, por terrible que sea una situación, nuestro Padre celestial puede consolarnos.
Claro, hay algo que debemos hacer si queremos que Dios nos consuele. Piense en esto: ¿cómo puede ayudarnos un médico si no le pedimos una cita?   Por eso, las Escrituras nos recomiendan: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”  
Dios quiso que Jesús tuviera un papel clave a la hora de dar consuelo. Entre otras cosas, Dios le asignó “vendar a los quebrantados de corazón” y “consolar a todos los que están de duelo”   Tal como se había predicho, Jesús mostró especial interés por “todos los que   están cargados y agobiados”  
Jesús consolaba a la gente con buenos consejos, tratándola con amabilidad y, en algunos casos, hasta curando sus enfermedades
Aunque el Hijo de Dios ya no está en la Tierra, su Padre, “el Dios de todo consuelo”, sigue consolando a los que sufren  ¿Cómo lo hace? Veamos cuatro formas principales.
·     La Biblia. “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”  
·     El espíritu santo   El espíritu santo o fuerza activa de Dios tiene muchísimo poder, y Dios puede emplearlo para consolar a cualquier persona en cualquier situación.
·     La oración. La Biblia dice: “No se inquieten por cosa alguna”. Y aconseja: “Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones  
·     La hermandad cristiana. Otros cristianos pueden ser verdaderos amigos a los que acudir en busca de consuelo. El apóstol Pablo describió a sus compañeros como “un socorro fortalecedor” en momentos de “necesidad y



AYUDAR

Hay muchas maneras de ayudar a los demás. Un pequeño gesto, como una sonrisa en el momento adecuado, un saludo conveniente o un oportuno golpecito en la espalda.
Pequeños gestos como estos, que mejoran nuestro entorno… ¿qué nos cuestan? Nada. A veces incluso los hacemos y ni nos damos cuenta.
Si pensamos un poco sobre las acciones que podemos realizar cualquier día, esas menos evidentes pero que tienen grandes repercusiones, no nos costará encontrar maneras de engordar la lista que sigue con pequeños actos, sencillos y cotidianos, que pueden tener un gran impacto en las vidas de los demás:
Ser personas solidarias, preocupadas por el bienestar de otros implica, en primer lugar, ser responsables de nuestros propios actos, incluyendo lo que consumimos. Elegir consumir responsablemente puede ser un muy buen modo de ayudar a los demás.
Si dispones de algo más de tiempo, también puedes apuntarte a cualquiera de las muchas opciones que tienes a tu alcance para participar en proyectos de voluntariado, ayudando a personas  o contribuyendo a difundir el mensaje de alguna de las organizaciones solidarias y ONG que trabajan prestando ayuda a los demás.
Ayudar a los demás es tan fácil, simple y sencillo como proponérselo. Como hemos visto no entraña secretos ni requiere grandes esfuerzos, solo voluntad y ganas de vivir en un mundo, cada día, un poco mejor

Jesús a lo largo de su vida ayudó a los necesitados curando , consolando, perdonando y escuchando a los que se acercaban a El y otras veces El se acercaba a los pobres y sencillos y les ofrecía su cercanía y consuelo 

jueves, 9 de marzo de 2017

jueves, 16 de junio de 2016

viernes, 30 de octubre de 2015

JOSÉ Y SUS HERMANOS - I PARTE

Esta historia de José la puedes leer en el libro de Génesis capítulo 37


José era el hijo favorito de su padre, Jacob porque era hijo de su amada Raquel. Jacob tenía siempre muchas atenciones con José, por eso sus hermanos le tenían envidia. Un día Jacob le regaló una hermosa túnica de colores. José estaba feliz.



 A veces les contaba extraños sueños como éste:
 “Estábamos todos los hermanos en el campo atando gavillas de espigas cuando vi que se levantaba mi gavilla y se tenía en pie, y los vuestros lo rodeaban y se inclinaban ante el mío, adorándole” Ellos le contestaban: “¿Es que vas a reinar sobre nosotros y vas a dominarnos?”
Otro día les decía: “mirad, he tenido otro sueño, he visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban” Ellos pensaban: “¡Qué soberbio!”. En el fondo le detestaban.
Un día, su padre le envió al campo para ver si todos sus hermanos, que estaban cuidando el ganado, se encontraban bien. 

Cuando lo vieron acercarse dijeron: “Aquí viene el soñador, vamos a matarle y lo arrojaremos a uno de estos pozos y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven sus sueños” 
Pero Rubén, que era el mayor y quería salvarle dijo: “No lo matéis, arrojadle en ese pozo que no tiene agua” Sus hermanos lo apresaron, le quitaron la túnica de colores que le había regalado su padre, y lo arrojaron al pozo. Después se pusieron a comer tranquilamente.

Pasó por allí una caravana de camellos que se dirigía a Egipto y entonces Judá, otro de sus hermanos, preocupado por José y temiendo que muriera tuvo una idea mejor: “Vamos a vendérselo a esos mercaderes, pues al fin y al cabo es de nuestra misma carne y dentro del pozo se morirá sin remedio”
Todos estuvieron de acuerdo y lo vendieron por veinte monedas de plata. 

José fue llevado como esclavo al país de Egipto.

Luego tomaron la túnica que le habían quitado y la mancharon con sangre de un cabrito, y cuando llegaron a su casa dijeron a su padre: “A José le ha devorado una fiera”
Cuando Jacob reconoció la túnica de su hijo y la vio manchada de sangre, creyó la historia y lloró y se entristeció muchísimo pues quería a José con todo su corazón.

 Contesta las siguientes preguntas:

 -¿Quién era José?

- Jacob amó a José mas que a todos sus hijos ¿Qué regalo especial le hizo jacob?

-¿Qué significaban los sueños que tuvo José?

-¿Por qué los hermanos de José conspiraron para matarle?

-¿Qué hicieron sus hermanos cuando vieron que José llegaba?

-¿Cuál fue el precio por el que vendieron a José?

-¿Por qué crees que José tenía tanta cercanía con Dios?

-¿Por qué prosperaba todo lo que hacía José?

-¿Crees que era trabajador, o esperaba que Dios le solucionase las cosas sin trabajar?

-¿Crees que sería triste o alegre?